Por Silvina Baldino
¿Por qué Nueva Orleans? Por su mezcla de culturas (llegar es sumergirse en una cultura riquísima heredada de africanos, franceses y españoles); porque en cada centímetro puedes descubrir un personaje curioso, un lugar rico para comer, alguien tocando buena música ( jazz, zydeco, cajún, blues, rock. Siempre en vivo y en cualquier momento del día); porque en 2005 el huracán Katrina arrasó y poco tiempo después la ciudad volvió a nacer.
La ciudad más importante del estado de Louisiana ofrece, a orillas del Mississippi en el sur de los Estados Unidos, un enorme abanico de posibilidades al visitante ávido de una experiencia distinta. Nueva Orleans invita, convida, atrae y contagia. Aquí, 10 razones para conocerla:
· El estilo arquitectónico del Barrio Francés
También conocido como “Vieux Carré” o “French Quarter”, es un emblema de Nueva Orleans. Tiene una rareza dentro de la arquitectura que podemos encontrar en otras ciudades de Estados Unidos y una belleza que nos recuerda a antiguas ciudades europeas. Son muy características las casas de dos y tres plantas, con un gran balcón decorado con hierro forjado muy trabajado. También destaca los colores de las casas y las placas en cerámica de Talavera que nos recuerda el nombre que tenía la calle en época colonial española. Especialmente recomendables son las calles Saint Louis (hermosos frentes), Royal Street (elegantes tiendas de antigüedades y galerías de arte con balaustradas de hierro forjado o de madera) y Charles Street, que tiene todos los estilos arquitectónicos de Nueva Orleans.
· La música
Está fuera de discusión que la ciudad es la cuna de uno de los géneros musicales más famosos del mundo: el jazz. Y también se coincide en que es una música que nace de un cruce de culturas heterogéneo en la que predomina la influencia de los afroamericanos. En Nueva Orleans hay dos lugares que no debes dejar de visitar. Por un lado Preservation Hall, la gran sede del jazz, escenario que tuvo a Louis Armstrong como protagonista. Allí, la b anda estable ofrece conciertos todas la noches. Aquí no sirven alcohol y no se puede sacar fotos. Por el otro, está Frenchmen street, dos cuadras llenas de bares y jazz clubs. No hace falta pagar entrada, sólo con la consumición basta para empaparte de jazz.
· Jackson Square
Aunque se lo considera como el centro neurálgico del Barrio Francés, la Jackson Square o Plaza de Armas merece ser destacada por su perfil propio y porque está rodeada por varios lugares imperdibles. La monumental estatua de Andrew Jackson –presidente de Estados Unidos desde 1829 hasta 1837– sobre un caballo encabritado domina la plaza. Frente a ella, la pintoresca Catedral de St. Louis flanqueada por los históricos edificios del Cabildo y el Presbiterio. Cruzándola, y gran terraza que tiene magníficas vistas del Mississippi.
· Los beignets perfectos de Café du Monde
Ubicado en una de las esquinas de Jackson Square, este lugar tiene el “aroma” intransferible de la ciudad. Se trata de uno de los principales íconos de la ciudad. Allí se puede tomar un rico café au lait con un beignet, una especie de torta frita o buñuelo dulce característico de Nueva Orleans. Es una parada obligada para cualquier amante de las harinas y lo dulce.
· La noche bizarra de Bourbon Street
Nueva Orleans siempre está de fiesta. Conocida como “la calle que nunca duerme”, Bourbon Street es la más concurrida del Barrio Francés por sus contrastes. La peatonal fiestera que propone caminar y emborracharse sin culpa y con la complicidad de una policía relajada, entre clubes de strippers, personajes que piden propinas a cambio de shows bizarros, karaokes y night clubs con luces de neón y ritmos ajenos al jazz. Es una zona para recorrer sólo una vez.
· Mississippi River
Un paseo en barco por el legendario río Mississippi permite vivir Nueva Orleans desde otra perspectiva. La ciudad no es lo que es sin este curso de agua y sus barcos a vapor. Para un paseo cercano que recorre el puerto, se puede viajar en el Natchez, un barco de vapor auténtico que cruza el Mississippi dos veces al día.
· French Market
En toda gran ciudad hay algún buen mercado, y Nueva Orleans no le escapa a eso. Muy cerca de Jackson Square está el Mercado Francés (French Market), un mercado de pulgas donde se puede encontrar de todo: comidas típicas, objetos vudú, remeras, cocodrilos disecados, pinturas y artesanías con la clásica insignia de la ciudad que es la Flor de Lis. Fue fundado en 1791 y es el punto más visitado de la ciudad, con una innegable personalidad propia. Vale la pena recorrerlo al mediodía, para hacerse de un buen brunch.
· En bici por City Park
Es el gran pulmón verde de Nueva Orleans, más gr ande que el Central Park neoyorquino, ideal para recorrerlo en bici. Con una increíble muestra de robles tres veces centenarios, tiene un tren en miniatura y obras de Picasso y Renoir en el Museo de Arte de Nueva Orleans. Muchos se acercan por las 60 esculturas al aire libre en el Sculpture Garden (con entrada gratuita), y por los beignets del café Morning Call, abierto las 24 horas.
· Gastronomía cajún
La diversidad cultural de esta ciudad se ve reflejado en la cocina, mezcla sabores del sur y del caribe, entre otros sitios. Hay que probar la muffaletta (un sándwich preparado con un tipo de pan redondo siciliano con semillas de sésamo, jamón, queso y una ensalada con aceitunas y aceite de oliva), las gumbo (sopas espesas), el crawfish (cangrejo de río autóctono) y la jambalaya, parecida a la paella con mariscos. El toque dulce de Nueva Orleans lo da el praliné; esa golosina francesa elaborada con almendra tostada recubierta de azúcar caramelizado es la especialidad de esta ciudad.
· Paseo en tranvía
Una visita a New Orleans no estaría completa sin un paseo en tranvía, un método muy efectivo y barato para moverse por la ciudad. Hay que pagar en efectivo y con el precio exacto, ya que no devuelven cambio. Hay cinco líneas de tranvía que funcionan toda la noche también. Vale la pena bajarse en alguno de los barrios para adentrarse en las calles y contemplar las mansiones y sus frondosos jardines con lujo de detalle.
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