Por Silvina Baldino
Viajar a Kioto no deja a nadie indiferente. Es el epicentro cultural de Japón. Cientos de templos, jardines, palacios, mujeres vestidas con kimono y un clima relajado urbano. En esta ciudad se entremezcla la tradición y la modernidad que dejan un cúmulo de sensaciones non stop. Y llegar desde Tokio es muy sencillo: sólo hay que tomar el Shinkansen y disfrutar de la experiencia del tren bala.
Tan solo 3 días tuvimos para impregnar nuestros ojos y nuestros corazones de la cultura milenaria. Como una manera de potenciar la experiencia, optamos por alojarnos en un modesto ryokan cerca de la estación de Kioto a través de Booking. Aquí, un recorrido por las principales lugares de esta importante ciudad japonesa:
· Un paseo por el barrio las callecitas de Higashiyama
Caminar sin prisa y detenerse en los rincones más secretos de uno de los barrios donde se respira pasado, es una experiencia única. El barrio de Higashiyama está repleto de estrechas callejuelas adoquinadas, edificios históricos de madera y muchas tiendas de artesanía y recuerdos, así como restaurantes y cafeterías con encanto que nos trasladan al Japón de antaño. Se destacan especialmente dos cuestas con un atractivo singular: Ninenzaka y Sannenzaka, aunque muchas de las callecitas de las adyacencias también tienen un encanto especial.
Podemos estar horas y horas andando por Higashiyama, revisando los artículos hechos con un tipo de cerámica especial de la zona (cerámica Kiyomizu-yaki), tomando té verde con dulces japoneses hechos con mochi o pasta de arroz glutinoso u observando cómo elaboran las famosas galletas de la suerte. Aquí el kimono es coquetería pura. Los jóvenes suelen vestir los trajes tradicionales por esta zona. En los templos, en la calle, en los parques, van en grupo o en pareja, y les encanta que los fotografíen. Pasear por Higashiyama es casi obligado para cualquiera que visite Kioto y es especialmente recomendable al caer la tarde, momento en que el barrio se ilumina con decenas de farolitos especiales que añaden una encantadora atmósfera del barrio.
· Una postal en alguno de los templos de Kiyomizu-dera
Subiendo la colina al finalizar Higashiyama se ubica Kiyomizu-dera, un conjunto de templos que ningún viajero que visite Kioto debería perderse. El color naranja vibrante de alguno de ellos y su composición sucesiva y aterrazada les confiere al lugar un carácter soberbio e imponente. En la explanada que se abre ante del templo, una pareja de pequeños perros-leones de piedra, llamados koma-inu, protegen el acceso a Kiyomizu-dera a través de la puerta Deva, y resulta curioso ver cómo decenas de japoneses ataviados con el kimono tradicional suben por las escaleras que conducen hasta la puerta, custodiada por una gran pagoda de color bermellón: la Sanju-no-tō. Ésta es la pagoda de tres pisos más gr ande de todo Japón y desde su posición se domina todo el horizonte de la ciudad.
La visita a este lugar da para muchas horas; son muchos templos más pequeños y todos preciosos. Construcciones milenarias sostenidas sobre pilares enormes en la ladera montañosa, el santuario shintoísta Jishu con sus dos piedras del amor o la cascada Otowa-no-taki con sus aguas terapéuticas, que son las que le dan nombre al templo. El mayor atractivo del complejo es el Hon-Do o Salón Principal, está hecho de madera sobre un entramado de pilares de éste mismo material. Se alza hasta los 13 metros de altura, todo éste trabajo sin utilizar ni un sólo clavo. Gracias a su privilegiada posición, desde este templo se puede dominar toda la ciudad de Kyoto.
· Abrir el paladar en el mercado Nishiki
Adentrarse en los casi 400 metros con establecimientos dedicados a la comida es toda una experiencia con la que mimar el paladar y el olfato. El mercado actual empieza en una calle que se llama Nishikikoji Dori, y a partir de ahí, esa misma calle empieza a estar cubierta por un techo de cristal azul, rojo y amarillo que atrae a clientes protegiéndolos para que hagan las compras en cualquier tipo de clima. Son cuatrocientos metros de tiendas de todo tipo: verduras, pescados, carnes… un lugar perfecto para pasear y ver qué comen los japoneses. Imposible intentar no rendirse ante tal cantidad de comida. Y además puede comprar varias cosas, ya sean dulce o saladas, para ir comiendo mientras visitas otras tiendas. La tentación está ahí fuera, y no vas a ser capaz de resistirte. Además, encontrás todo lo necesario para cocinar: hay enseres como palillos, cacharros de cocina, cuchillos hechos a mano, y todo lo que se pueda imaginar para comer o preparar las comidas. Al final del mercado se ubica el santuario Nishiki Tenengamu, donde los comerciantes acuden a pedir suerte. Su entrada llena de farolillos de papel es inconfundible.
· Llegar a la cima del Fushimiri Inari, el santuario de los mil torii
A sólo 5 minutos en tren de Kioto, uno de los santuarios más espectaculares del planeta con sus miles de torii que cubren más de 4 kilómetros de caminos. Nada más salir de la estación nos encontramos justo enfrente un Tori rojo, que nos anuncia que ya estamos entrando en recinto sagrado. Esta vez en uno de los más importantes de Japón, en Fushimi Inari-Taisha. El complejo está formado por cinco santuarios que se extienden por las laderas boscosas de Inari-yama. Está dedicado a a diosa del arroz y los zorros son sus mensajeros, por eso hay estatuas, dulces y talismanes en forma de zorrito. Hay varios senderos que recorren el Fushimi Inari y todos llegan a la cima. Sólo hay que adentrarse en la montaña, siempre flanqueado por torii rojas, que casi parecen formar un pasadizo techado y que han sido donados por comerciantes que ponen sus nombres en los torii para que el dios Inari les sea favorable. También hay docenas de zorros de piedra con una llave en su boca, que simboliza el granero donde se guarda el arroz. Una vez que llegamos a la cima, veremos el santuario principal donde se haya la figura del ídolo. Lo ideal es llegar temprano y evitar la multitud.
· Un paseo nocturno por Pontochō
Una calle estrecha y peatonal que corre paralela al río Kamo. Aquí encontrarás restaurantes, casas de tés y, si tienes suerte, ver a alguna geisha. Eso es Pontochō, con viajeros en busca del saboreo de un ramen caliente o un takobayi. Es ideal para hacerlo cuando anochece, y los farolitos rojos se encienden a lo largo de toda la calle. Muchos de los restaurantes tienen terrazas que dan al río Kamo. Sus precios pueden llegar a ser excesivos, pero vale la pena alejarse unas cuadras y descubrir otros lugares donde se come rico. Un buen lugar para perderse un rato y esperar pacientemente en una esquina a ver pasar alguna geisha con su traje tradicional.
· Maravillarse con el Templo del Pabellón Dorado
Kinkaki-ji es el nombre del Pabellón Dorado, uno de los atractivos más importantes de Kioto. El exterior está recubierto de láminas de oro. Este sitio es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1994, y en su interior se guardan las reliquias de Buda. Precisamente el budismo japonés está muy presente en los mismos jardines del templo, ya que nos encontramos con un imponente estanque, un espejo de agua lleno de islas, piedras y pinos que representan varios elementos del budismo. La postal que se presenta con este espejo de agua es maravillosa: el templo dorado reflejado en el agua y, de fondo, las montañas. No es posible entrar al Kinkaki-ji, pero bien vale observar en detalle cada una de las plantas que conforma el templo.
· Sumergirse en el bosque de bambú de Arashiyama
A 15 minutos de la ciudad de Kioto un oasis donde todo es bambú con miles de tallos ordenados casi a la misma distancia, donde todo es verde con sus distintas tonalidades, donde percibis un sonido que hipnotiza y tranquiliza. Se trata del bosque de bambú en Arashiyama, uno de los sitios más fotografiables de Kioto. El sendero es más bien chico pero muy llamativo. Los bambúes son gigantescos y se puede disfrutar a lo largo de un camino de no más de medio kilómetro. Se llega en tren, y luego unos 10 minutos caminado. Vale la pena perderse en medio de los inmensos tallos de bambú para deleitarse, dependiendo de la incidencia del sol y la hora del día, con el juego de luces y colores que regala el lugar. En los alrededores del bosque existen talleres y tiendas de artistas japoneses que realizan objetos artesanales con el bambú como materia prima. De regreso a la estación de tren, aterrizas en la calle 29 llena de restaurantes y pequeñas tiendas de comidas. Buscá un almuerzo tradicional de tofu y luego un helado supercremoso de matcha.
· De compras por la calle Shijo
Shijo Dori es la gran arteria comercial de Kioto. La sección más transitada se prolonga desde la calle Karasuma hasta la entrada del parque Maruyama, en Gion. Entre Karasuma y el puente sobre el río Kamo está llena de tiendas de moda, marcas internacionales (Zara, H&M, Forever 21, entre otras), complementos y cafeterías. La intersección de Shijo / Kawaramachi es el centro neurálgico . Aquí encontramos varios gr andes centros comerciales, entre los que destacan Marui, Takashimaya y Koto+ (o Koto Cross) donde podemos dedicar tanto tiempo como queramos a ir de compras, ver kimonos, comida… ¡de todo!.
>> Cómo moverse
Bus. Es la mejor manera de moverse en Kioto. Suelen llenarse mucho y la fluidez depende del tráfico; a favor de este medio de transporte, es que puedes ir disfrutando de las vistas de la ciudad. Algo para tener en cuenta: se entra por la puerta de atrás y se paga al bajarte por la puerta delantera.
Tren. Si dispones de la JRPass, desde Kioto Station puedes acceder a la zona de Arashiyama (Sagano Line) y a la zona sur de Kioto (Nara Line), con atractivos como Fushimi Inari.
Taxi. Kioto es una de las ciudades japonesas con mayor concentración de taxis. Los encontrarás por todas partes, sobre todo en el centro. Nos sorprendió mucho la pulcritud de los conductores, vestidos con sus trajes de chaqueta y sus guantes blanquísimos. Es una opción cómoda e incluso más económica si se viaja en grupo de 3 o 4 personas y se va a hacer una distancia corta-media.
A pie. Kioto es una ciudad bastante plana, por lo que caminar por sus calles no supone un gran esfuerzo físico.