Fotógrafa amateur y niñera de profesión, Vivian Maier pasó a codearse con los gr andes de la fotografía tras su muerte. Esta misteriosa mujer, que trabajó cuidando niños en Estados Unidos, dejó una obra impactante de 160 mil negativos porque su humilde clase social no le permitió revelar.
Hoy su obra recorre el mundo. Cuando murió en una residencia para indigentes de Chicago, Vivian Maier no se imaginaba que en los años siguientes se convertiría en un fenómeno viral, capaz de mover masas dispuestas a guardar largas colas para acceder a sus muestras.
Y ahora el fenómeno llega a la Argentina de la mano de FoLa, la Fototeca Latinoamericana ubicada en Palermo. A partir del 16 de marzo hasta el 11 de junio, se puede disfrutar de una increíble muestra de 55 fotografías tomadas en los años 50 y 60 en Chicago y Nueva York por Maier.Lo triste y paradójico de esta gran artista es que murió en la pobreza, dejando su obra en un armario que terminó rematándose y que —por pura obra del destino— descubrió un historiador que sólo buscaba instantáneas cotidianas de Chicago, John Maalouf.
El joven John Maloof pasó dos años intentando contactar a Maier -compró sus negativos en 2007 y ella murió en 2009- aunque no lo logró. Desde entonces, se dedicó a organizar su archivo fotográfico y difundir su legado.Hoy se dedica por entero a su obra, tal como se puede ver en su página www.vivianmaier.com. Además, llevó adelante el documental “Finding Vivian Maier”, película que fue nominada al Oscar en 2014.
Esta serie proviene de la colección de John Maloof, el joven anticuario que compró al azar , de manera azarosa, un lote que incluía miles de negativos sin revelar de este talento oculto. Maloof buscaba documentación para un ensayo sobre la historia de su barrio, en Chicago, y compró en una subasta una caja con 30 mil negativos. El nombre que acompañaba el lote, Vivian Maier, no le dijo nada. Como el material no era lo que necesitaba lo guardó en un armario.En el espacio expositivo de Palermo se reúnen imágenes urbanas, callejeras, que capturan una época, un momento, un instante. En una de las fotografías, un hombre está bajando un espejo de un camión, y en ese momento exacto Maier aprieta el obturador de su cámara Rolleiflex, que cuelga de su cuello, la muestra reflejada en ese espejo en movimiento, lánguida y sonriente, para demostrar que las selfies tienen más años de los que se sospecha.
La primera parte de la exposición, justamente, reúne una docena de imágenes en las que la compulsiva mujer se fotografió a si misma, reflejada en vidrieras, en el espejo del fondo de un ómnibus, en un puesto callejero expendedor de cigarrillos.
Otro núcleo de la exhibición muestra niños, otra de las obsesiones de Maier: niños jugando en una plaza, un niño llorando, que camina de la mano de su mamá, un grupo de niños haciendo piruetas en el borde del mar, en una playa, dos niñas que se abrazan.
Muchas de las imágenes de Maier, algunas de una belleza admirable -dos ancianos acurrucados en un ómnibus, una carroza que pasa por el Central Park, un hombre de espaldas que esquiva un charco en el piso, en el que se refleja el sol- insinúan que los retratados no tenían idea de que estaban siendo objeto de su mirada.
Vivian Maier (1926-2009), The Street Photographer
Cuándo: del 16 de marzo al 11 de junio. Lunes a domingos de 12 a 20 horas (miércoles cerrado).
Dónde: sala 1 de FoLa (Godoy Cruz 2620/2626, Distrito Arcos), Buenos Aires.
Entrada gral.: $80 (lunes 50%).
Más info: fola.com.ar