Por Silvina Baldino
Romina “Roma” Soliani es sommelier. Desde hace un tiempo viene craneando un proyecto dedicado a ampliar la mirada del rol de las mujeres del universo del vino, así como darles visibilidad y escuchar sus voces. Se trata de Vinólogas, “un espacio 100% dedicado a la mujer trabajadora de la industria del vino -en cualquiera de los sectores en los que se desempeña-, como también a la mujer que elige el vino como bebida para acompañar en sus momentos”, cuenta Roma durante el lanzamiento de su proyecto en Diez Dingos.
Anoche, la sommelier reunió a las primeras “vinólogas” para disfrutar de un encuentro denominado “Cata de mujeres, para mujeres”. Las participantes disfrutaron de una velada íntima con 5 vinos sentidos por grandes enólogas del país, maridados con exquisitos platitos de la cocina de Diez Dingos. En una charla con #Pinta, la sommelier nos habla del rol de la mujer en la industria del vino y de su espíritu curioso.
– ¿Qué te motivó a impulsar este proyecto?
Merecemos darnos a conocer, contagiar entusiasmo y apoyarnos entre sí; pero también, porque considero que las mujeres consumidoras merecemos conocer el detrás de cada botella desde una mirada diferente: el de la mujer como protagonista. Y en este sentido, Vinólogas nace como un espacio comunicacional dedicado a visibilizar y apoyar el trabajo de cada mujer del sector, dando a conocer un determinado proyecto desde la historia personal y sensibilidad de cada una. Es a través de estas historias, por las que este espacio viene a sumar aportes para difundir más aún la cultura del vino. Con todo ello, Vinólogas apunta a formar una comunidad sólida de mujeres para quienes el vino es más que una pasión, desde un enfoque trasversal y de intercambio.
– ¿Qué le gusta consumir a la mujer?
Hoy lo que observo en cada evento, sea ferias, catas o degustaciones es que no hay una preferencia marcada en cuanto a gustos en el consumo. Se ha diversificado mucho la elección no sólo en los estilos de vinos: si dulces, rosados, blancos, burbujas, o tintos, sino también fuera de ellos sumando tragos, como el Gin Tonic o Fernet. Las mujeres estamos más curiosas a la hora de probar novedades también; pedimos recomendaciones, y contrario a lo que suele darse a conocer, elegimos tintos con estructura. Es decir, no hay una cuestión de género marcada en cuanto a que el rosé, o blanco o las burbujas son “más femeninos”; el vino trasciende esa cuestión, tiene que ver con gustos, preferencias y también con situaciones de consumo.
– ¿Cuáles son sus grandes inquietudes con respecto al vino?
¡Queremos saber más sobre el vino! Definitiva y afortunadamente, es notoria la avidez por conocer el detrás de cada botella, especialmente los orígenes, métodos de elaboración, pero por sobre todas las cosas, con qué comida acompañar esa botella. Hoy considero que su inquietud es tener un conocimiento mínimo sobre lo que están tomando y que ello les sirva para decidir en la elección de su próxima botella.
Y ese interés se ve reflejado en la cantidad cada vez más visible de mujeres que presencian catas, no sólo en las ferias de vinos, que se animan a preguntar, a sacarse las dudas sobre alguna cuestión de procesos, de historias o mitos que han escuchado, etc.
– La Argentina tiene grandes enólogas, ¿Qué le aporta la mujer a la industria vitivinícola?
Desde hace apenas unos años la Enología está en proceso de reinversión, ya que quienes ocupan este cargo en las bodegas ya no son anónimas y anónimos, ni se limitan a la elección del viñedo con el cual trabajar la uva en laboratorio, ni de gestionar solamente los procesos de elaboración del vino, sino que además de todo ello y mucho más, son la cara visible de las etiquetas: comunican el vino, lo venden y son referentes para el público consumidor.
En este contexto, la mujer ha ido ganando mayor visibilidad y de forma sincrónica al mayor número de enólogas que egresan año a año en las casas de estudios, especialmente de Cuyo. Su rol en la industria vitivinícola es muy importante, ya que aporta una sensibilidad y enfoque propios a la hora de desarrollar la creatividad en el hacer vino, pero también a la hora de expresarlo. Y en relación a ello, su presencia da cuenta que la paridad con colegas hombres del sector es posible, que no existen diferencias a la hora de lograr un buen vino, sino todo lo contrario: que ese intercambio de miradas es enriquecedor para la industria en tu totalidad, así como sucede en otros ámbitos profesionales. Hoy esto es un espacio alcanzado con mérito totalmente visible, basta conocer la gran cantidad de mujeres enólogas exitosas que hay en todo el país, cuyo trabajo es valorado de igual a igual con los hombres del sector, trabajando o liderando equipos.
– Describime una situación ideal para disfrutar de un buen vino
Siempre me resultó difícil puntualizar un momento ideal para el disfrute de una buena copa de vino, y en ello soy totalmente escueta: no correr, contar con tiempo y tranquilidad para darle el tiempo necesario a ese disfrute, y si deseamos compartirlo, saber elegir esa compañía.
– Por último, qué es una vinóloga?
Una vinóloga es, somos, las mujeres que amamos el vino, lo elegimos, lo disfrutamos, pero que además, tenemos conocimientos sobre el mismo y logramos transmitirlo, comunicarlo: sea desde el saber más práctico y directo sobre lo que ese vino viene a decirnos cuando lo tenemos en nuestras copas, sea por nuestra formación, profesión y rol en la industria, aportando otros saberes de este hermoso mundo del vino. En este sentido, una vinóloga es ser más que una mujer apasionada por el vino.