La Pulpería de Payró: la excusa perfecta para una escapada al campo

Por Silvina Baldino

Es el punto de referencia de Roberto Payró, un pueblo de sólo 60 habitantes del partido de Magdalena que comenzó a convivir con la soledad cuando se efectuó la partida del ferrocarril. Y es la pulpería lo que mantiene vivo a este pueblo, especialmente los fine de semana cuando abre las puertas para funcionar como restaurante.

La Pulpería de Payró está ubicada frente a la vieja estación de tren, sobre la esquina. Llegar desde la ciudad de La Plata (o de Buenos Aires) es muy fácil: por ruta 36 o ruta 11 camino a Magdalena, un camino de tierra en excelentes condiciones nos permite el ingreso a la localidad.  Ni la partida del ferrocarril ni los embates económicos que hicieron migrar a 2 mil habitantes fueron suficientes para arruinar este refugio de tradición gauchesca. Y es que desde 1875, este lugar que fue un antiguo almacén de ramos generales sigue siendo un espacio de encuentro.

Y la historia del Almacén de Payró es muy particular. A fines del siglo XIX y principios del XX, el lugar era el punto de reunión de paisanos para beber unas cañas o jugar a la taba. Funcionaba también como sede de correo postal y almacén de provisiones. Era el lugar donde los peones encontraban oportunidades laborales en manos de chacareros. Años más tarde, funcionó como corresponsalía del diario La Nación en la zona y en la década del 50 parte de la edificación ofició de aula mientras se construía la escuelita del pueblo.

En 2007 la familia Chaumeil adquirió la propiedad e hicieron una puesta en valor del lugar que había permanecido cerrado por unos 15 años. Luego, comenzaron a recibir visitantes deseosos de conocer la historia de este lugar. “En 2019, a partir del insistente pedido del público, decidimos abrir la pulpería en formato restaurante” cuenta Marcela, quien junto a su marido Pablo Chaumeil desarrollan este proyecto familiar como un estilo de vida.

La experiencia de campo

Llegar a Payró demanda unos 60 minutos desde la ciudad de La Plata. Hay que pasar Bavio. En el trayecto se puede disfrutar de la inmensidad del campo y el silencio. Al llegar a la pulpería, el paisaje cambia. Ciclistas, motoqueros, familias que llegan en sus autos se agolpan frente a la vieja construcción con paredes que reflejan el paso del tiempo y las aberturas pintadas (aunque percudidas) de color carmín.

En el interior, el clásico mostrador. Estanterías repletas objetos decorativos antiquísimos, un par de muñecas de porcelana y botellas. Sobre la barra del mostrador, portaretratos con fotos que de la comunidad gauchesca, libros de almacenes y pulperías, el cuaderno de registro cuando se fiaba, un revistero con publicaciones viejas para que cualquiera de nosotros puedan hojear. Unas mesas son el marco perfecto de la pulpería como lugar de encuentro. Si la idea es disfrutar del campo, detrás del boliche hay mesas en la galería y al aire libre bajo los árboles. Un gallinero a un costado y en el fondo un antiguo y pintoresco Morris, que fue propiedad del tío abuelo de Pablo.

Cada fin de semana, Marcela y Pablo reciben a los visitantes junto a un equipo de cocineros y meseros dispuestos a satisfacer las peticiones de los comensales. La carta es acotada, pero suficientes opciones como para ir a pasar una jornada de campo. Imperdibles las empanadas; las podés elegir fritas o al horno de barro; y vienen de carne, jamón y queso, y caprese. Hay sandwiches de chori, lomo, y de bondiola. Las papas fritas, ideales para cualquier acompañamiento. Vale la pena preguntar por los platos del día. Te pueden sorprender con algún pollito a la parrilla, guiso de lentejas o bondiola braseada. Para beber, agua, gaseosas de litro y vinos, con opción botella o por copa. Si querés postre, hay flan casero, Tiramisú y el clásico Vigilante. Para el café, los clásicos pastelitos.

Tras el almuerzo, la manera que más te guste para relajar. Podés recorrer la pequeña granja, llevarte una reposera con el equipo de mate, tirarse en algunas de las hamacas paraguayas entre los árboles para antes ir a dar un pequeño paseo a pie por el pueblo y conocer de cerca la estación de ferrocarril, el almacén de Remorini con su antiguo surtidor nafetro, el hotel inconcluso, la escuela y el club de Payró.

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Pulpería de Payró

Dónde: Av. Pedro Goenaga y del Sauce, Roberto Payró, Provincia de Buenos Aires
Cuándo: sábados, domingos y feriados a partir de las 12.
Reservar mesa por Whatsapp al 221 564 7989

En Instagram:  @pulperiadepayro

 

 

 

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