Fachada: la panadería que funciona en un garage de Plaza Olazábal

Por Silvina Baldino

Abrió a fines de 2024 y el boca en boca lo llevó a convertirse en un refugio para los amantes de los laminados. Al principio se acercaba gente del barrio, y luego captó la atención de otras zonas del gran La Plata, con un público que cada sábado está atento a las redes para chequear la apertura.

Fachada es lo que dice que es: el garage de una casa transformado en obrador de panadería en las inmediaciones de Plaza Olazábal. Coco levanta la persiana una vez a la semana y exhibe un mostrador cargado de piezas de panadería donde se pueden distinguir desde medialunas y croissants hasta crocantes de papa.

“Todo empezó en la pandemia, cuando hubo un boom por cocinar en casa. En ese momento me enganché con los laminados. Me pasaba horas viendo videos, leyendo recetas y, sobre todo, probando. Era prueba y aprendizaje, prueba y aprendizaje, una y otra vez”, cuenta Pablo Bedogni, a quien apodan Coco.

“Siempre me gustó la cocina, pero lo que realmente disfruto es ser anfitrión, compartir lo que hago. Así que empecé a mostrar mis creaciones en mis redes personales. Al principio era sólo eso, compartir.. hasta que un día decidí ofrecer mis productos”.  Coco arrancó con un sistema de delivery: tomaba pedidos durante la semana y los entregaba temprano los domingos “para que la gente pudiera arrancar el día con unos buenos mates y algo rico recién horneado”, recuerda.

“En ese entonces vivía cerca del Parque San Martín, y un día se me ocurrió hacer un ‘happening’, que consistió tomar pedidos en una movida que hice por redes sociales y en la que la gente iba a retirar el producto al parque, y así sin darme cuenta, todo empezó a tomar otra forma”.

Coco es de La Plata y siempre le fascinó la arquitectura de las casas de la época fundacional. “Hay algo en esas fachadas que me atrapa, como si guardaran historias secretas tras sus puertas. A veces, un sábado o domingo, me gusta caminar sin rumbo, dejándome llevar por sus diagonales, observando cada detalle: los ventanales antiguos, las molduras desgastadas por el tiempo, los balcones con enredaderas que parecen susurrar recuerdos de otra época”, cuenta en diálogo con Pinta.

“Pero lo que más me gusta es imaginar lo que hay detrás de esas paredes. Porque, al final, no importa sólo lo que ves por fuera, sino lo que se esconde en el interior: la vida, la historia, el alma de cada casa. Y eso es Fachada”.

El obrador 

A Coco le llevó dos años poner a punto su obrador de panadería. “En enero de 2023 estaba caminando por la ciudad con Caro, mi compañera, y me saca una foto frente al lugar donde hoy está Fachada. En ese momento, casi como un pensamiento al pasar, dijimos: «Qué lindo sería tener este garage, esta casa, y armar algo acá».Era sólo un deseo, algo que parecía lejano. Seis meses después, fue nuestra”, dice el joven y reflexiona: “A veces no es solo cuestión de destino o suerte, pero hay momentos en que las cosas simplemente suceden. Como si, de alguna manera, ya estuvieran escritas”.

La puesta a punto del local.

El pequeño local pasaría desapercibido si no fuera por la mesita en la vereda. Tan sólo asomarse uno automáticamente se traslada a otra época. Una heladera mostrador restaurada con sus propias manos, una balanza a aguja como en las antiguas panaderías, palos de amasar con un color que delata el paso de los años, unos cuadritos vintage, discos de pasta, un centro musical  con casetera que nos remite a los ’90. Coco llevaba años juntando objetos sin un fin determinado, sólo porque le gustaban. Esos mismo objetos hoy son parte del local y que le dan identidad al espacio. Pero una frase enmarcada desvela el alma del lugar: ‘Los afectos son trincheras firmes”, haciendo alusión a la ayuda que recibió el joven para hacer viable su proyecto.

En ese universo Coco se mueve plácidamente. El panadero disfruta de cada momento de su proyecto. Los miércoles comienza la producción; los sábados se levanta bien temprano para hornear. Cerca de las 9 de la mañana levanta la persiana y se ofrece lo que hay en el mostrador. Cuando agota stock, cierra.

“Nuestros productos son artesanales, hechos a mano y con procesos cuidados. El laminado lo hacemos a palo de amasar, sin máquinas, respetando los tiempos de la masa para lograr un hojaldre liviano y con buen desarrollo. A veces no salen exactamente iguales, porque así es lo artesanal: cada pieza tiene su propio carácter. Pero lo que siempre se mantiene es la calidad, el sabor y el compromiso con lo que hacemos”, explica Coco.

Uno de los secretos es la materia prima. Para el emprendedor es importante la calidad y la frescura de los ingredientes. “Trabajamos con ingredientes que realmente valoramos, como las harinas de Molinos Campodónico, un molino con historia en nuestra ciudad. De a poco, buscamos incorporar productos de pequeños productores locales y de la región, porque creemos en lo artesanal, en lo cercano, en lo que tiene identidad”.

Cada una de las piezas que elabora Fachada tiene un equilibrio. Las medialunas son suaves, esponjosas, delicadamente almibaradas y tienen un tamaño justo. Los croissants, como el nombre lo indica. son crocantes en el exterior, livianos al peso, aireados y con alveolos parejos. Los golosos eligen los rellenos (dulce de leche), o el brioche hojaldrado con corazón dulce (chocolate, avellanas y frutos rojos). Hay palmeritas, rolls con cáscara de naranja y azúcar mascabo, a veces panes y crocantes de papa. “La idea es ir ampliando el menú de a poco, siempre manteniendo el foco en la calidad de la materia prima”.

Pero la especialidad son los fosforitos, que vienen en diferentes versiones, com el Fosforito de jamón crudo de Las Dinas, rúcula, oliva y queso tybo; y el de tomates asados y queso brie La Boheme. Además, hay cokita de vidrio bien fría y vermú.  “La modalidad es take away, pero podés sentarte en la vereda y picotear algo acá. Porque más que un punto de venta, Fachada es un espacio para disfrutar”.

Más allá del obrador, hay otro movimiento en la casa. En este lugar también habita Chárol, un emprendimiento de indumentaria sin género, con creaciones originales y únicas, a partir de la experimentación con imágenes. Este proyecto reúne en sus cápsulas una producción a pequeña escala, promoviendo la reducción de desperdicios y favoreciendo el trabajo entre artistas, gestoras, costureras y diseñadoras.

Fachada abre los sábados, excepto el último del mes que se lo toma para descanso. De vez en cuando, eventos a puertas cerradas donde se fusionan gastronomía, moda y música. Hay que estar atenti a las redes sociales, no sólo para enterarse de los eventos sino para conocer la ubicación exacta, que sólo es revelada cuando abre la persiana.

En Instagram: @fachada.ar

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