Por Silvina Baldino
Una fábrica de ladrillos abandonada y su puesta en valor de la mano de una familia de Mercedes que adquirió las tierras con la idea de gestar un inusitado proyecto turístico: plantar viñedos al pie de la vieja fábrica y avanzar con un emprendimiento turístico y gastronómico en este emblemático predio ubicado en Altamira, un pueblito mercedino.
El fin de semana fue la presentación oficial de Nueva Corinema, un proyecto gestado por Ariel Achilli junto a sus padres, Franco y Mabel. “Yo estudié un posgrado de turismo rural en la UBA y tengo vínculo también con la industria vitivinícola. Por eso cuando mi familia adquirió el predio de la fábrica Corinema supe que tenía que tenía que volver a darle vida a este lugar, un emblema de Altamira”.
Corinema es una antigua fábrica de ladrillos y tejuelas que supo ser el corazón de la localidad de Altamira. Estuvo funcionando entre 1941 y 1994, y generó una gran cantidad de fuentes de trabajo. En ese entonces se respiraba prosperidad, y el pueblito brillaba gracias a las vías del ferrocarril. El cierre generó desidia y durante dos décadas el sitio estuvo abandonado.
Hace poco más de un año, la familia Achilli adquiere 3 hectáreas de tierra que incluía la vieja fábrica con su horno Hoffman de calor continuo parentado en Alemania en el siglo XIX, uno de los dos que existen en Argentina (el otro está en La Plata), con su imponente chimenea de 25 metros de altura y dos llamativos túneles de 70 metros. En 2022 Corinema fue declarado patrimonio histórico de Mercedes.
Luego de limpiar la ex fábrica a fondo e implantar un viñedo con fines productivos, avanzarán con un emprendimiento gastronómico y turístico que promete darle vida al pueblo. Será el primero en Sudamérica en ser restaurado con fines turísticos y gastronómicos. Detrás de sus paredes exteriores pasa el único Tren turístico de la provincia de Buenos Aires que une Mercedes con Altamira y Tomás Jofré.
Para la presentación del lugar, la familia propuso un festival de arte, música y gastronomía denominado “Ruinas”, en alusión al lugar. El público disfrutó de un paseo por los flamantes viñedos (45 días) guiados por el sommelier Pablo Chiapuzzo, quien explicó sobre el proyecto vitivinícola en el lugar. Al pie de la fábrica se plantaron más de 1.300 plantas de uvas de 6 cepas diferentes (Marselan, Cabernet Franc, Malbec, entre otras) para vinificar a futuro y que Altamira pueda tener vino propio.
Ya entre ruinas, hubo arte en vivo a cargo de Tano Verón, la presencia de diferentes DJs que musicalizaron el encuentro. Además, un patio gastronómicos con propuestas de la región: el vermú artesanal y el gin de la bodega y destilería Dio Furbo, Sushi House, los vinos de Páramo, los platitos de Puerta Negra Bar, y coctelería de autor de Botánico. La noche incluyó un paseo guiado por la fábrica y los viejos túneles para conocer la historia del lugar.
El espíritu de Nuevo Corinema será ofrecer una experiencia integral. Ya se plantaron los viñedos, por lo que en unos años se podrá vinificar. El próximo paso será montar el restaurante; y en una tercera etapa el alojamiento rural. Mientras tanto el espacio se utilizará para la realización de eventos y que el público pueda vivir una experiencia única.
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En Instagram: @nuevacorinema