En el pequeño pueblo checo de Louka, en el sur de Moravia, una mujer se propuso la misión de embellecer las casas de sus vecinos. Anežka Kašpárková tiene 90 años y decidió regalarle color y arte a las calles de su lugar natal.
La mujer utiliza su tiempo libre para pintar motivos tradicionales de su lugar de origen: una serie de flores en color azul ultramarino con gran detalle sobre las paredes blancas de su pueblo. Pero su lugar preferido es la capilla y el campanario locales, que datan de principios del siglo XVIII, y los cuales se encuentra pintando hace 4 décadas, agregando pequeños toques nuevos cada año.
Kašpárková utiliza su imaginación y espontaneidad. No planea su trabajo de antemano, sino que permite que su pincel y su fantasía decidan los resultados finales. Antes que ella, otras mujeres se encargaban de pintar las casas blancas del pueblo, pero luego le pasaron su tradición. Si bien hace una pausa durante el invierno, la mujer continúa embelleciendo las edificaciones de su lugar natal cuando comienza la primavera. Con su trabajo, su creatividad y las horas de dedicación, Anežka nos demuestra que la edad es sólo un número cuando se trata de creatividad y ganas de hacer cosas.