Tras un año y medio de dificultades producto de la pandemia, de a poco los eventos culturales están volviendo a la normalidad. Es por eso que cada vez hay más exposiciones, muestras y demás para los amantes del arte que ansían volver a caminar por los museos y espacios artísticos del país.
En julio pasado, la Fundación Proa inauguró “La Suite”, una exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia) con la curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino.
La selección de obras incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y “tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras”, explican desde la fundación.
Qué ver
Ingresar en la recepción (Preludio) de Proa es hacerlo al mismo tiempo a la hipnótica instalación del austríaco Peter Kogler, la cual transforma el ambiente por completo (foto portada).
Sala 1, “Pulso”. Tres piezas que discurren acerca del logro y la fragilidad, construcción y destrucción. El video de la italiana Monica Bonvicini introduce el sonido a partir de los martillazos de una mujer sobre una pared blanca. A esta acción de destrucción se le opone el equilibrio de la gran rueda en bloques de cemento del artista francés Vincent Ganivet y la inestabilidad de los barriles sobre mesas oblicuas del suizo Roman Signer.
Sala 2, “Scherzo”. Es la más poblada y tiene al cuerpo como eje principal. Las gradas vacías de la francesa Séverine Hubard nos enfrenta al presente con los espacios vedados al público. Cerca de ellas, de un contenedor de basura surge constantemente espuma blanca conformando una escultura orgánica, de Michel Blazy. A pocos pasos se exhiben tres videoperformances de la década del 70: la estadounidense Joan Jonas pone de manifiesto la tensión ser humano-naturaleza; la rumana Geta Brătescu aborda lo visible y lo oculto; y la chilena Lotty Rosenfeld plantea el cuerpo como denuncia política. Se encuentran, entre otras obras, el video de Clément Cogitore, las fotografías de Joel-Peter Witkin y la instalación de Shilpa Gupta.
Sala 3, “Andante”. Aquí los tonos claros y sonidos tenues transmiten calma visual y sonora, como en las habitaciones pintadas por Víctor Florido. Dan ganas de ingresar a la instalación de Vincent Lamouroux, que aparece como la deconstrucción en el espacio de una pintura constructiva. Arte sonoro de Carsten Nicolai, con una bandeja de agua que vibra con el sonido de unos parlantes. El blanco del hielo, donde patinan los protagonistas del video de Denis Savary, y, las lucen que titilan sobre el agua, en el de Jennifer Douzenel, refuerzan la sensación de serenidad.
Todos los espacios están repletos de curiosas piezas artísticas, como las fotografías del finlandés Arno Rafael Minkkinen en las escaleras que conducen a la última sala.
Sala 4 (Paisaje reinterpretado). Acá los trabajos abordan problemáticas ambientales. La pintura mural de Pauline Fondevila con la representación del Riachuelo en color negro, símbolo de su polución; el bosque con árboles mutilados (construidos con mangueras) de Laurent Perbos; las piletas de Céleste Boursier-Mougenot con un sonido producido por el sutil choque entre sí de las vasijas de porcelana debido al movimiento del agua.
A modo de “Coda”, en el café puede verse “La dulce utopía”, el globo rosa de Mauricio Cattelan y Philippe Parreno suspendido que, con su araña antigua, alude a lo doméstico. En la librería el video de Elina Brotherus refleja cuerpo y naturaleza: durante tres meses la artista se bañó todos los días en el mismo lago y desde el mismo lugar; durante ese tiempo el paisaje cambia. Camino al auditorio se halla “Teléfonos” de Christian Marclay, uno de los imperdibles, y en la muestra hay muchos. Es un inteligente video, con secuencias de películas donde el aparato de línea fija tradicional (sí, también hay damas con teléfonos blancos) es la estrella; las escenas arrancan más de una bienvenida sonrisa en el espectador.
Cada obra integrante de esta Suite nos introduce, así, en un universo específico del cual salimos renovados para sumarnos al siguiente, en una experiencia reflexiva y vital necesaria en este complejo presente.
La Suite
Cuándo: hasta el mes de noviembre, de jueves a domingo de 12 a 19h.
Dónde: Fundación Proa (Av. Don Pedro de Mendoza 1929, CABA)
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