Playas agrestes para encontrar la calma

En vacaciones de verano, el cuerpo cansado pide pisar arena y escuchar el sonido de las olas y las gaviotas. Playas al alcance hay muchas, pero paraísos de paz no son muchos. En #Pinta te proponemos visitar algunas playas de la costa bonaerense en donde encontrar la calma:

Nueva Atlantis (Partido de la Costa)

La inmensidad del mar, la franja de arena y la tranquilidad muestran lo particular de este punto atlántico. Se trata de un pueblo joven denominado Nueva Atlantis, ubicado a sólo un par de kilómetros al sur de Mar de Ajó, accediendo por la ruta provincial 11 o por la misma avenida Costanera.

Las playas son anchas y están rodeadas de una vegetación agreste, que ayuda a contener el viento que viene del oeste. Ideal para quienes gustan de un lugar cien por ciento natural, ya que la ausencia de paradores hace que el entorno se vea mucho más virgen que en otros balnearios del Partido de la Costa.  Hay poca gente en la arena y en el agua y la presencia de varios pescadores de costa nos hace pensar que es un buen lugar para la práctica de este deporte de paciencia. Las extensas invitan al descanso, los deportes de arena y a los paseos en cuatriciclo y cabalgatas.

Al recorrer las calles internas de Nueva Atlantis no es difícil darse cuenta de que el balneario está en pleno desarrollo. Sin embargo, los lugareños cuentan con los servicios básicos. Hay un par de despensas, pocos restaurantes y en el pueblo se puede visitar la capilla Nuestra Señora de los Dolores y Santo Sepulcro. Detrás, divisamos el recorrido del Via Crucis. Montecarlo (Pinamar)

Al norte de territorio pinamarense, donde sólo hay médanos gigantes y plantaciones de bosques no urbanizados, Montecarlo es el mejor escape para los que quieran buscarle la vuelta a Pinamar y encontrarle paz y paisaje con conciencia verde. Allí se encuentra La Deriva, el primer parador con conciencia ecológica de Pinamar, un proyecto pensado por quienes cuidan la naturaleza.

Se puede, llegar desde la ruta 11 por una bucólica huella que atraviesa misteriosos bosques y dunas. Tiene acceso por la playa en 4×4 a 10 minutos de La Frontera y por la ruta en el kilómetro 384.  Esta zona es muy tranquila y ha sido definida como ecológica por el uso de paneles solares para autoabastecerse de energía. Están prohibidos las motos de agua y los vehículos deben mantenerse alejados. Hay días en que en Montecarlo el mar es verdoso, y por la canalera que se forma y por ser la punta d euna suerte de bahía, se puede practicar surf de olas.

La Deriva ofrece otras alternativas acuáticas como kayak, st and paddle y kite surf. En el parador mismo funciona un restaurante. La carta es diferente a todas y ofrece comida más elaborada que la playera y una ambientación relajada: materiales reciclables, amplios sillones y una vista excepcional. Platos de la dieta mediterránea cocinados en horno a leña distinguiéndose por su particular sabor ahumado. Tiene una interesante carta de tragos con buenas caipirinhas y cocktails a base de ron. El ambiente es bajo perfil y muy calmo. En verano, el restaurante está abierto de día y de noche. Como valor agregado merece destacarse un Eco Museo, con la muestra y explicación de las piezas fósiles, sobre la historia geológica del lugar y las diferentes actividades qua realiza la Fundación Ecológica Pinamar. 

Mar del Sud (Miramar)

A 17 kilómetros de Miramar, Mar del Sud es un sitio premeditadamente oculto. Rocas, acantilados y playas interminables. La urbe posee unas pocas manzanas y el aire que se respira en ella es el de un pueblo de pescadores. Pero Mar del Sud es un lugar para desconectarse y que las horas transcurran con la máxima calma.

Hay playas con sombra de acantilado, otras para tomar mate con una bella vista al océano y otras más populares. Al norte está la playa El Remanso , muy amplia y muy tranquila, alterna paredones de tosca con metros y metros de arena. El agua suele ser verdosa transparente y la arena de un color más blanquecina que lo normal en la zona.

Casi todos andan en bicicleta, y cuando se bajan las dejan apoyadas sin necesidad de cadenas ni c andados; los que circulan en auto bajan la velocidad para transitar las calles de piedra y arena. El entorno es campestre; hay caballos y cantos de pájaros al amanecer y al anochecer. Por todo esto, en Mar del Sur abundan los veraneantes que disfrutan de lo agreste de no hacer nada.

Más al sur, Rocas Negras alterna piedras oscuras con ollas pobladas por hipocampos. El mínimo poblado está conformado por casas en tonos pastel, edificadas sobre un acantilado entre médanos y vegetación silvestre. Hay personas de Mar del Plata o de Miramar que reiteradamente van hacia Mar del Sur para pasar el día en este rincón de playa escondido atrapados por el sosiego. Costa Bonita (Necochea)

Al sur de la ciudad de Necochea, en medio del desierto y las dunas, Costa Bonita sorprende por su quietud. El faro de Quequén se eleva como punto de referencia para alcanzar las casitas de estilo mediterráneo de Bahía de los Vientos, perdida entre los pliegues de la barranca y la playa pedregosa. El espectacular paisaje de playas, mar, médanos, campos cultivados, el río, el puerto y su muelle se puede apreciar desde el mirador del faro de Quequén.

Atrás de un barco encallado, el mar verde esmeralda reluce bajo el sol y el cielo azul. En Costa Bonita, la lengua del mar se retira y descubre cangrejales sobre la restinga. El paisaje, sosegado de un desierto de médanos. Costa Bonita es un lugar único, especial para cargarse de energía y descansar. 

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